El día que ya no sepas quién eres, dónde estas, que tienes en la cabeza tomando las decisiones por ti. El día que no encajes en el puzzle que ayer sustentabas. El día que te asustes de ti mismo. Ese día, descubrirás tu esencia. Está en tu mano aceptarla o no.
Yo lo hice: cuidado con el dragón.

jueves, 11 de agosto de 2022

Ayer quería que me abrazaras. Ayer el mundo se me echó encima, y quería que tu me ayudaras un poco a sostenerlo. Porque aunque nunca pusieras demasiado empeño en ello, a mi me valía. Aunque no te esforzaras demasiado en acompañarme, yo ya no me sentía sola. Ayer quería que me abrazaras pero no podía pedirtelo porque la última vez que necesité un abrazo tu estabas con otra, siendo la causa, inmune al echo de que al otro lado de vuestros cuerpos estaba yo necesitandote. Y no es justo. Pero ayer quería que me abrazaras, aunque no fueses digno de hacerlo. Y porque has dicho que quieres esforzarte, tendí mi brazo, y llegó a tus oidos que mi día se estaba desmoronando. Y de nuevo, no hubo reacción por tu parte. De nuevo no viniste. De nuevo no abriste los ojos. De nuevo no preguntaste, no te interesó, no estuviste ahí. Pese a que dijiste que ibas a demostrar que lo estabas. Y no me abrazaste. 

Pero como un carrusel que no para, hoy he querido invitarte a cenar. Porque se que para ti es un día importante. Y me he planteado aparecer por allí, como hacía siempre, pedir comida y escucharte, apoyarte, acompañarte en tu camino como todo este tiempo. Supongo que, como dicen, old habits die hard, y mi hábito es darlo todo por ti. 

Pero luego recuerdo que tú ayer no me abrazaste. Que tú no me sostuviste mientras lloraba y chillaba de un ataque de ansiedad porque estabas ocupado generandomelo. Que tú una y otra vez decidiste poner tus deseos banales y momentáneos por encima de nosotros y por encima de que yo me sintiera minimamente valorada. Que en todo este tiempo no has parado de lanzar promesas pero ninguna la has arraigado. Ni siquiera ahora, después de haber quemado todo el jardín que yo planté para los dos. 

Y lo peor es que me siento estúpida, porque, aun así, querría invitarte hoy a cenar. 

jueves, 23 de septiembre de 2021

Hay noches que no lo entiendo. Como has hecho "chas" y lo has borrado todo. Como pasas los días sin querer contarme cada minuto. Como duermes en nuestra cama y no se te encoge el alma y necesitas verme.

No me malinterpretes, ya lo sé. Que era lo mejor. Que fue cosa mia. Ya sé que necesitas tiempo, que las cosas no se dieron de la mejor forma posible (aunque tampoco sé si para nosotros había una buena). Sé que no lo haces con maldad. Sé, o quiero pensar, que no se te ha olvidado todo pero que necesitas tomar distancias. Lo sé.

Pero hay noches que no lo entiendo. Porque puede ser que esto nunca fuera a funcionar, pero a mi me sigues haciendo falta. Sigo queriendo apoyarte en cada paso, y que me des tu opinión (siempre mas sensata que la mia) en cada vuelta de tuerca que da mi vida. Ojalá poder contarte todo lo que está pasando ahora. Ojalá me vieras y te sintieras un poco orgulloso de mi por fin. Ojalá lo hubieras hecho todo este tiempo, ojalá hubieras dejado de descubrir lados oscuros a cada esquina; ojalá hubiera salido bien.

Yo ya te dije que te iba a querer siempre. Del modo que fuese. Ojalá algun día te dejes. 

miércoles, 3 de junio de 2020

Carta a ti, que ahora estas con él.

Esto es para ti, aunque no te conozco, aunque no sé quien eres. Solo quiero avisarte, porque yo también estuve donde ahora estas tú. Yo también estuve tumbada en su pecho, abrigada entre sus brazos, durmiendo en su espalda. Yo también reí con sus amigos, soñé nuestro futuro, luche por sus logros. No sé si tu también has llegado ya a contar preocupada sus copas, a recibir ansiosa sus mensajes, a esperarle en duermevela. A mirar al techo, a callar tu subconsciente, a pelear contigo misma. No sé si contigo es igual, no sé si tu también te desvives por dar una ayuda que no quiere, no sé si tú, quizá, aun estas en su lado bueno. Pero sé que al final también vas a acabar hecha pedazos.
Créeme, solo quiero avisarte. No te digo que te alejes de ahí corriendo porque sé que no vas a hacerlo. Porque yo también quise quedarme. Solo te digo que, cuando empiece a pasar, despiertes. Que no va a ser culpa tuya. Que despiertes antes de que te encuentres años después a mitad de noche llorando recordando como te tocaba. Antes de que desmorone todo tú concepto de ti, de tu valía, de tu cuerpo. Antes de que haga de ti un amasijo de dudas y miedos. Escapa a tiempo, porque si no, no escaparás nunca.
Y quizá, a estas alturas, ya llego tarde. Entonces solo puedo decirte que aprenderás a sobrevivirlo. Que es algo que se quedará contigo para siempre, pero aprenderás a vivir con ello. Decirte que, lo siento, pero aun cuando seas consciente de todo lo que ha pasado, no vas a poder odiarle. Que dirás que él te quiso pero no supo hacerlo, y será porque de verdad lo piensas, y probablemente así fuera, y ese es el peligro: que para él eso es el amor. Decirte que vas a tardar mucho en entender que tienes algo que perdonar y, cuando al fin lo hagas, vas a perdonarle. Pero de momento solo será a veces: le perdonarás despierta y consciente, cuando recuerdes todas las luces; pero no podrás hacerlo a las 3 de la mañana llorando en la cama al romperse los diques de todas las memorias que has ido dejando atrás. Y ojalá algún día podamos perdonarle del todo, porque es la única forma de dejarle atrás.
Decirte que te vas a repetir a ti misma que te ha hecho más fuerte y, la verdad, no puedo asegurarte si es verdad o te estas autoengañando. Dicen que cuando nos rompemos nos reconstruimos fortalecidos pero, honestamente, yo aun no he llegado a esa fase.
Decirte que ojalá pudiera evitarte todo esto. Y quizá lo evites, quizá no repitas mi historia. Tampoco lo sabré nunca. Quizá esta carta es para muchas más chicas. Quizá no es para nadie, porque supongo que ese es el problema: si yo hubiera leído esta carta, me habría seguido durmiendo en su espalda, aunque fuera entre lagrimas y sollozos silenciosos.

jueves, 9 de mayo de 2019

Un poco más


A veces necesitas que te abracen un poco más. Un poco más fuerte, un poco más largo, un poco más cerca.
Que te miren más, y mejor. Con ojos que no juzguen sino que entiendan, que no te vean como algo roto sino algo a descubrir.
Que te quieran un poco más. Un poco más sincero, un poco más puro, un poco más desde las tripas.


Aunque no suelas ser así, por mucha independencia que proclames. Por mucho que te hayan intentado convencer de que recibir cariño es una debilidad. Por mucho orgullo que te de pelear tus propios demonios sola, por muy libre, por muy fuerte que seas.

A veces todos necesitamos un poco más.
Un poco más de estar, un poco más de “puedes con todo pero quiero ayudarte”, un poco más de “confío en ti”. Un poco más. De cariño, de fuerza, de entrega.


Un poco más de verdad.

lunes, 6 de mayo de 2019

¿Cuánto vales?

¿Quien eres?¿eres tus ideas, tu mente, tus opiniones?¿eres tu cuerpo, tu reflejo, la forma en que te mueves?¿eres como te ven, tu imagen, la opinión de otros?¿eres todo eso, o nada?

Y peor aun, ¿cuanto vales? Vales lo que valga tu trabajo, vales lo que seas capaz de hacer, vales lo que vale tu cuerpo. O lo que vale tu mente. Tienes valor mientras sirvas, ¿pero que es servir y que no?¿y quien lo decide?

¿Tienes valor solo por existir o es algo que se gana? No solo para el sistema del que se hartan de hablarnos, sino para cada persona en tu vida. ¿Vales algo si no les sirves? Si no eres útil, entretenida, buena consejera. Si no follas bien, si no eres bonita, si no eres complaciente. ¿Vales algo para la gente cuando no pueden usarte? Cuando no quieres estar en su vida, ¿vales?¿y ellos, valen para ti?

¿Somos solo instrumentos?¿valoramos a la gente solo por la utilidad que tienen?¿y si tú no quieres tener el uso que te han dado?¿si te valoran por el sexo cuando tú quieres hablar de Tolkien, o si te valoran por tener siempre la palabra adecuada y tú solo quieres ahogarte en chupitos?
¿Cuanta presión ponemos a la gente en que sea lo que queremos que sea?¿cuantas veces has sido quien no quieres para sentirte valorado?¿a quien estas engañando con eso?¿cuanto tiempo puede aguantarse?¿que secuelas deja?

¿Tiene algún valor hacerse todas estas preguntas sin tener ninguna respuesta?¿que valor tienes cuando nadie te esta mirando?

Y si quien tú quieres ser no le vale al resto, ¿te puedes dar valor a ti mismo?

domingo, 21 de abril de 2019

Carta a todo el que me conozca

A veces voy a desaparecer. A veces voy a estar delante de ti pero no estaré en realidad. A veces, son pocas pero las hay, todos los atardeceres del mundo no me podrán  convencer de que estar vale la pena.
Tienes que saberlo: a veces no voy a ser la chica que conoces, y eso también es parte de mi. 
Va a haber días. Va a haber días donde se van a romper las presas de mis ojos y no va a ser culpa de nadie, días donde estarán vacíos; días donde me mires y no me veas.

A veces me acuerdo de todo el daño y me vuelvo a hacer pedazos, y mi cabeza se empeña en no dejarme confiar en nadie. 
Algunas veces entra demasiado frío en mis tripas y todo dentro de mi se cubre de escarcha, y entonces tirito. 
Y querré tu calor pero que te vayas, y querré que me abraces pero que sepas que puedo sola; y querré abandonarme en ti pero no voy a poder.

La batalla con mi pasado suelo llevarla por dentro, pero tienes que saber que a veces se escapa. Que a veces es demasiado.

lunes, 6 de agosto de 2018

Las grietas que quedan

Es curioso el momento en el que de repente vuelve. Le ves ahí, dentro de ti, apenas un atisbo pero está. Ese momento en el que te das cuenta de lo que se ha quedado de una persona.
No hablo de cuando coges sus manías o de ese grupo que te enseño. Son cosas más pequeñas, grietas en quien eras cubiertas por otra persona.
Esa pareja celosa que tuviste y ahora quitas la contraseña del móvil. Esa que te llamo pesada y ahora te callas cuando llevas un minuto seguido hablando. Esa que te vendió la luna para luego robártela y ahora no compras ni una cena. 
Y es normal andar con pies de plomo cuando acabas de morder el polvo y la herida aún sangra, pero es que no hablo de eso. Esto ocurre meses, incluso años después. Cuando lo has superado, cuando igual ni recuerdas su cara, cuando nada te duele de todo lo que os paso, llega: 
Una idea que cambia. Una confianza que se emborrona. Una fortaleza que se tambalea. Una personalidad que cae.
Y te quedas con esa nueva versión de ti, a la que no quieres, que no existía antes del mazazo. ¿Y donde queda la anterior?¿donde estás tú?
¿Quien es esta persona desconfiada, celosa, callada o irascible que te han ido dejando?¿cuantas partes de ti ya no te pertenecen?

Es curioso como hay golpes que destruyen tus cimientos. Hay grietas que aparecen cuando ha pasado el terremoto.